Àngel rodríguez Vilagran
periodista. Girona
CUANDO ÉRAMOS DISC-JOCKEYS
¿Os habéis dado cuenta lo fácil que lo tienen nuestros hijos para escuchar en cualquier momento la música que desean? Recomiendo a nuestros lectores nacidos en las décadas de 1960-1990 que hagan memoria. ¿Qué hacíamos cuando queríamos escuchar una canción determinada?
En 1963 Philips inventó el casete, el aparato más utilizado para gravar y reproducir música. No tardaría en salir el radiocasete, llamado simpáticamente “manolo”, que permitía escuchar las cintas de casete, la radio y un aspecto muy importante: gravar lo que emitía la radio. Es primordial este dato. Una de las cosas que hacíamos cuando queríamos escuchar nuestra canción favorita era llamar por teléfono a la radio de nuestra ciudad y rogar al locutor (que seguramente conocíamos) que nos la pusiera. Generalmente, el locutor no ponía reparos, e incluso existían los programas de discos solicitados.
Los aprendices de disc-jockey comprábamos una cinta de casete, si era de cromo mejor, la poníamos en el reproductor de casete de nuestro “manolo” y esperábamos a que sonara la canción solicitada para grabarla. Al día siguiente pedíamos otra y la grabábamos a continuación de la que habíamos grabado el día anterior. Así fabricábamos de forma artesanal una recopilación de los mejores éxitos del momento para escucharla siempre que nos gustase. Todo ello requería un trabajo y una cierta maestría que era agradecida. Un truco era el de tener las teclas Play/REC pulsadas con el botón de Pause activada para apretarla justo después de oír las primeras notas de la canción y evitar, así, los segundos en blanco. El no va más eran los “manolos” con doble reproductor de casete (los llamados “doble platina”), ya que después podías realizar copias de una cinta a otra.
¿Qué ocurre hoy? Mirad si lo tienen fácil nuestros hijos. Se van al Youtube, buscan el videoclip de su cantante favorito y lo descargan en formato mp3 en el ordenador. Pasarlo a un reproductor de mp3 es cuestión de segundos.
Hay otras formas de escuchar los artistas que uno quiere a través, por ejemplo, de Spotify. Se trata de una aplicación que se puede tener no sólo en el ordenador sino también en el móvil.
Antaño quedan el casete, el magnetófono, el walkman, el discman o el minidisc. Incluso, el propio lápiz de USB es ahora el sustituto del casete.
¿Entendéis ahora porqué los compact disc tienen los días contados y porque las tiendas de discos cierran?
Àngel Rodríguez Vilagran
(Artículo publicado en El Mensajero de San Antonio, en marzo de 2014)
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