àngel rodríguez Vilagran
periodista. Girona

FRAY DALMACIO MONER, EN OLOR DE SANTIDAD
Fray Dalmacio Moner, en olor a santidad, es otro de los cuadernos de la colección Santos y Santas que edita el Centro de Pastoral Litúrgica. Está dedicado a un santo nacido a finales del siglo XIII que hoy, más que nunca, cobra vida en un mundo lleno de ruido. Pese a su sabiduría, renunció a honores y cargos. Modestia, estudio, plegaria, silencio, humildad, espiritualidad y mortificación, son sus puntos fundamentales.
Dalmacio Moner nació en Santa Coloma de Farners (capital de la Selva, en la provincia de Girona) en 1291 y falleció en 1341 a la edad de 50 años. Sabemos poca cosa de su infancia. Siendo adolescente estudió en el convento de Sant Domingo de Girona (que pertenecía a la orden de los Predicadores, más conocidos como los “dominicos”). Habría profesado a los 16 años.
Los primeros años los pasó de forma itinerante en los diferentes conventos la orden. Fue profesor de lógica en Tarragona y de gramática en la Seu d'Urgell, y estudió filosofía en Valencia. Cofundó una comunidad en Castelló d'Empúries y organizó las que recientemente se habían creado: Manresa, Cervera y Balaguer. Se calcula que del 1319 al 1320 habría cursado los dos años que le faltaban para ser profesor de teología en el convento de Santa Caterina de Barcelona y en el Estudio General de los dominicos en Montpelier (Francia).
En el año 1331 volvería al convento de Girona para pasar los diez últimos años de su vida a excepción de un breve intervalo en la cueva de Santa Magdalena en la Provenza (Francia). Aquella estancia lo impactó tanto espiritualmente, que solicitó vivir los últimos cuatro años de su vida en una cueva en el jardín del convento. Los restos de su cuerpo se guardan en una urna transparente debajo del altar del presbiterio del Templo del Sagrado Corazón de Girona.
Las reliquias de Fray Dalmacio despertaron mucho interés por parte de parroquias de la diócesis de Girona y de los conventos de los padres dominicos e incluso de otras órdenes. Muchas fueron profanadas durante la Guerra Civil española. Una de las más apreciadas fue una muela, la muela de san Dalmacio ( El queixal de sant Dalmau ). Los que padecían de dolores de muela iban al convento de Santo Domingo para que algunos de los frailes pasaran la apreciada reliquia por la zona afectada. El librillo menciona esta y otras tradiciones y prodigios que le son atribuidos, como los duros ayunos y abstinencias que practicaba tanto en el comer como en el vestir.
Hay también un apartado etnográfico que explica los sitios donde el santo pasaba largos momentos de reflexión y que aún hoy se conservan: la Piedra Dalmaua (Aiguaviva), la Fuente de San Dalmacio (Castellar de la Selva) y el Oratorio de la Mota (Palol de Revardit).
La publicación nos los define como un hombre de rostro alegre, de mirada brillante, de una gran bonhomía y también con un punto de ironía. Se representa generalmente con el hábito de dominico al lado de un ángel, llevando en su mano izquierda un lirio, símbolo de pureza. Lo invocan los molineros, los campesinos de Girona, los afectados de dolor de muela y de fiebre. Fue reconocido beato el 13 de agosto de 1721, pero la voz popular lo ha tratado siempre de santo, como también el propio Misal Romano y el Calendario Litúrgico de la Conferencia Episcopal Tarraconense.
Fray Dalmacio Moner en olor de santidad, es el cuarto cuaderno que Ángel Rodríguez Vilagran escribe para la colección “Santos y Santas” del Centro de Pastoral Litúrgica. Las anteriores biografías fueron dedicadas a san Narciso, Emerio y Ferreol.
Datos:
Autor: Àngel Rodríguez Vilagran
Páginas: 24
Precio 2,81
Editorial: Centro de Pastoral Litúrgica
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